PERDONO Y OLVIDO

 

general_liberado_5  EL UNIVERSAL   ESCORCIA VARGAS

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Hay que recordar, hay que entender, que por encima de la retórica tradicional en que nos han educado, el Ejército mexicano es pueblo.

Félix Cortés Camarillo de Excelsior, 15/07/2013 00:22

No, nos engañemos: cantar la palinodia no es suficiente para lo que el gobierno federal de México le debe a los militares de alto rango injustamente acusados, arraigados, detenidos, maltratados, humillados, expuestos en la prensa y finalmente liberados. No es suficiente.

Desde el nivel del secretario de la Defensa y ante un auditorio de excelencia para la élite política de este país, se ha enviado un mensaje inequívoco: con el general Tomás Ángeles Dauahare y otros cinco altos mandos no se cometió un error, no se incurrió en una equivocación ni se excedió en un celo. Se violó la ley y el espíritu de justicia y, en este caso, se trató de una burda y cruel conspiración para quitar del camino estorbos en las carreras políticas de algunos civiles y militares. Una conspiración que puede traducirse a términos legales de asociación delictuosa y delincuencia organizada. No es entonces suficiente el “usted dispense” que se les regala ahora.

No es suficiente porque, si no se llega hasta las últimas consecuencias, persiguiendo y castigando a quienes instrumentaron y ordenaron la iniquidad armada, se está enviando una serie de mensajes erróneos sobre la manera en que la administración actual entiende la aplicación de la justicia. A saber:

1.-Para incoar un proceso penal por delitos graves es suficiente el dicho de los llamados testigos protegidos, que pueden esparcir excremento con ventilador sobre quien ellos o sus patrocinadores decidan.

2.-La figura del “testigo protegido”, esto significa delincuentes a sueldo del gobierno para acusar a quien resulte incómodo, es una figura legítima y reusable.

3.- Las personas que de manera directa o colateral participaron en esta conspiración no solamente eludieron y siguen eludiendo la justicia, sino que son premiados con encargos públicos de alta importancia.

4.- El procedimiento indagatorio en contra de estos militares fue conducido por elementos militares dentro de la PGR. Hay indicios de que el caso criminal militar estuvo vinculado a las intrigas dentro de las Fuerzas Armadas de México en la sucesión del general Galván Galván. Ergo, dentro del Ejército queda todavía mucho por indagar.

5.-Dijo el general Dauahare: “México vive bajo la amenaza del caos, momentos de incertidumbre y turbulencia… El anhelo de justicia data desde hace 500 años…desafortunadamente no lo hemos logrado… Hoy son moneda de curso corriente la simulación, la calumnia, el engaño y la mentira”. Es la voz de la herida.

6.- El mandato constitucional obliga no solamente a cumplir las leyes sino también a hacer que se cumplan.

No es suficiente el usted dispense ni el perdón y olvido.

Pero vayamos a las víctimas. Mi mujer me comentaba asombrada de la sencillez, humildad y generosidad con las que los militares ofendidos —algunos en términos generales, otros con nombres y apellidos— se deslindan en las entrevistas del rencor, la ira o el clamor de venganza en contra de quienes les lastimaron. “Nada contra el general Galván, nada contra Genaro García Luna, nada contra Marisela Morales”. Esta es otra administración.

Hay que recordar, hay que entender, que por encima de la retórica tradicional en que nos han educado, el Ejército mexicano es pueblo.

Como consecuencia de las desigualdades sociales de nuestro México, miles de jóvenes no encontraron oportunidades de educación o empleo y entraron a la milicia. Cientos de ellos, merced a su empeño, trabajo, disciplina y estudio hicieron carrera y pasaron de soldados a clases, de clases a oficiales, de oficiales a jefes, de jefes a generales. Siguieron siendo pueblo.

Pero a esta parte emblemática del pueblo mexicano se le ofendió en lo más valioso de su patrimonio: su lealtad. Y lo hecho hasta ahora en su desagravio no es suficiente.

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